Indonesia es un pais eterno. Si uno quiere podria aprovechar toda una vida en conocer unos cuantos (algunos y pocos)Â rincones de este extragno archipielago. Tamagna magnitud nos hizo temer sufrir agobios por vernos obligados a viajar a toda velocidad, y por ello no llevarnos una impresion tal y como el lugar merece.
Aun teniendo en cuenta estos quebraderos de cabeza, decidimos dirigirnos hacia una isla a mas de mil kilometros de Jakarta, Bali.
Despues de un par de dias en la isla relajados y ociosos, esta manana, tras una larga discusion de I.Musti con el gerente de nuestro hostal ayer por la noche respecto al contrato de una jornada turistica guiada, nos embarcamos en la exploracion de la isla.
El madrugar, obligado, y con el humo como venta. Nuestro tiempo siempre es oro, y el guia y gerente se retrasa. Llega, pero bien tarde. Nos acerca, siempre apurando en curvas, cruces y adelantamientos, a un espectaculo de danza balinesa. La funcion ya ha empezado, compramos nuestra entrada y entramos en el anfiteatro. Un balines vestido de demonio me saluda. Es un interprete sobre el escenario. El publico rie. Tomamos asiento entre chinos mandarines.
Sobre el escenario, fornidos lugaregnos con vestimentas estrafalarias y esbeltas bailarinas que realizan movimientos bruscos siguiendo el endiablado compas de la musica de este arte. Golpes metalicos a tropel, pero muy bellos.
El argumento de la obra roza la incomprension absoluta. Algo sobre un sacrificio. Un mono-hombre aparece en escena y le destruyen a espadazos. Parece morir. Un falo aparece en su entrepierna cuando giran su supuesto cadaver. El culto falocrata del lugar queda patente. Abrimos la boca.
Seguimos nuestro recorrido por la isla. La siguiente parada es un pequegno templo indu, con las peculiaridades que ello conlleva por la religion lugaregna. Guardianes de piedra con caras de ojos saltones y dientes de dimensiones exageradas, elefantes, altares sin deidad…
Nos volvemos a subir al furgon. Ahora vamos hacia la cima de una montagna desde la que se divisan los picos mas altos de Bali y un bonito lago. De camino hacia alla nos detenemos para ver unos arrozales en terrazas. La vistas merecen la pena ya desde aqui aun estando a medio camino del destino. Nos subimos en el coche y cabeceamos. Unos minutos despues llegamos a la cumbre. Tocamos las nubes. Un inmenso valle se abre a nuestros pies. Respiramos un poco y tomamos el refrigerio de todos los dias. Arroz o noodles.
El guia-gerente nos llama para continuar con nuestro tour. “Where are we goin’?”” No se que-no se cuantos temple!” En la Lonely, libro sagrado y, a veces, papel de culo, no aparece. No hay retorno. Bajamos un poco en altura y paramos por ultima vez. Primeramente, parece que nos hayamos en otro templo mas de los miles de templos que hay en Bali. Erramos, es maravilloso. Recorremos el recinto entre piedra y altares vacios, guardianes y pequegnas piscinas, repletas de nenufares y flor de loto, de las que emergen manatiales.
Volvemos a casa. Lo siguiente, disfrutar de otro atardecer playero bajo olas de inmenso tamagno.
Hasta pronto Bali!!!