Acabo de ver la pelÃcula Camino a Guantánamo y no he podido dejar de relacionarla con nuestro viaje. La historia trata de tres amigos ingleses de origen paquistanà que viajan a la boda de un amigo y que cruzan la frontera de Afganistan para conocer otra tierra cuando son sorprendidos por los bombardeos. Son apresados y llevados a Guantánamo sin juicio, defensa ni acusacion por estar en el sitio preciso en el momento inadecuado y sobre todo, por su origen y religión. No puedo dejar de pensar que nuestro viaje es posible por ser europeos y por tener el dinero para hacerlo. La gran mayorÃa de los habitantes del mundo, aunque leyendo la Lonly Planet pueda parecer lo contrario, no tienen ninguna posiblidad de viajar a casi ningún paÃs. Los visados no son accesibles y la gente no puede moverse. Que no se agobien nuestras madres, nosotros vamos, sobre seguro, a zonas tranquilas y, sobre todo, somos europeos. A veces da asco la ventaja aun cuando es a uno mismo a quien le toca. La pelÃcula, censurada en EEUU, es una historia real que a pasado y sigue pasando en Guantánamo. Me suena a chiste la polÃtica de bloqueo hacia Cuba por su dictadura y en pro de los derechos humanos cuando en esa misma isla se está cometiendo este tipo de tropelias a solo unos kilómetros del demoniaco régimen cubano. Estos chicos han podido salir para contarlo y viven en Inglaterra pero me he acordado de Sami al Hajj, el periodista de Al Jazeera, que por ser árabe y estar en la zona de conflicto, sigue recluÃdo en la carcel de los horrores que es Guantánamo desde hace seis años sin juicio ni respeto por ninguno de sus derechos. Espero el buen espÃritu del viajero del que hablaba nuestro amigo Abraham nos inunde con la emoción de nuestro gran viaje. Desde luego hoy mi espÃritu no se siente de ese modo. Mi vista mira hacia otro lado, más bien al oeste. Más bien no mira, se retuerce. Los vientos cambian.