Hace cuarenta millones de años las placas tectonicas de Arabia y Africa comenzaron a separarse, creando una fractura geologica que se extiende del Mar Muerto al valle del Gran Rift, en Mozambique. De aquella separacion masiva que todavia continua en nuestros dias, nacio el mar Rojo. Decididos a verlo mas de cerca (bueno mas bien yo que me puse pesado pues mi hermana ya lo conoce de sobra) y nos dirigimos hacia alli este fin de semana con un par de amigos. El mar, como su propio nombre no indica, es de un azul cristalino, tan transparente, que casi hace daño a los ojos. Lo que no me esperaba yo, era que la vista de sus maravillosos corales fuera tan simple, tan al alcance de la mano. Basta con hacer buceo con tubo a escasos metros de la orilla para ver todos los peces raros que hemos ido estudiando a lo largo de nuestra dilatada y dura carrera (ejem ejem coñas aparte) clases de Biologia en el Instituto y por supuesto todos los ejemplares que aparecen en Buscando a Nemo (excepto las tortugas y los tiburones). Nada de safaris ni de zoos, si te quieres sentir cerca de la Naturaleza, esta es sin duda, la mejor forma.
Mas tarde, mi pesadez y yo tambien decidimos que queriamos subir al Monte Sinai, para limpiar un poco los pulmones de la contaminacion cairota, y tambien para ver el amanecer desde su mistica cumbre. Mi hermana, como buena anfitriona, me acompaño. La excursion comenzo a eso de las once y media de la noche, cuando nos levantamos para comer algo. Despues siguieron los 110 Km. que nos separaban del Monte, plagado de controles, pues el Sinai, encrucijada de religiones e identidades esta altamente militarizado. Cuando llegamos a la base, a eso de las 2.30 o 3, comenzamos el peregrinaje a la cima acompañados de cientos de pequeñitas hormiguitas humanas que, como nosotros subian la montaña con la unica ayuda de una linterna. La subida fue mas dura de lo esperabamos pero llegamos justo a tiempo para ver salir el Sol entre clamores, canticos y algun rezo que otro. No vimos la zarza ardiendo incandescentemente, ni tampoco recibimos un par de tabla de con mandamientos, y aunque el amanecer no fue tan espectacular como prometia, la vista desde lo alto del resto de las montañas del Sinai y del desierto es cuanto menos apocaliptica….