Después de pincharnos en todos (o casi todos) los miembros del cuerpo para pasearnos más tranquilos, nos encontramos ante el dilema que surge frente a cualquier viaje a zonas palúdicas. ¿Qué hago con la malaria? ¿Tomo algún tipo de profilaxis? ¿Cuál tomo? ¿Por que no existe una vacuna? ¿Por qué no se sabe nada de la vacuna de Dr. Patarroyo? ¿Que pasa en el mundo? ¿Elvis está vivo?
Hace unos años se anunció a bombo y platillo, al menos en algunos países, la vacuna Spf66 creada por el doctor colombiano Manuel Patarroyo. Los resultados de la vacuna son cuestionados por algunos y galardonados por otros. El dato curioso es que Patarroyo cedió la patente a la OMS y lleva años sin un apoyo serio ni siquiera por parte de la OMS. Algunos países, entre ellos España, se han volcado desde el primer momento en el descubrimiento y ya han puesto sumas importantes de dinero. ¿Qué esta bloqueando una generalización de fármacos que reducen de forma importante la probabilidad de ser infectados por el dichoso Plasmodium?
Sabemos como deben funcionar los mercados. Ya nos lo han explicado muchas veces que ese tufo forma parte del funcionamiento normal de las cosas. Algo huele a podrido en los laboratorios. Todos lo saben. Todo el mundo conoce la presión que ejercen cientos de millones de dólares y como pueden frenar o promover acontecimientos. Lo triste es que éstas reglas se mantengan a todos los niveles y afecten a problemas como el paludismo que acaba con la vida de miles de personas diariamente. La caja de Malarone® cuesta 55 euros y la de Lariam® (Roche) veintipico. Son tratamientos preventivos y temporales que son consumidos por los primermundistas que, por una razón o por otra, tienen que visitar zonas de riesgo. El riesgo vende y genera mucho dinero. Ahora mismo las patentes están concebidas como la forma más efectiva de financiar la investigación. Hay políticos como Lula que han suprimido patentes como la del Efavirenz. Aún no se sabe que efecto tendrán este tipo de políticas sobre la inversión y la investigación de nuevos productos, pero si se sabe el efecto que tiene una enorme caída de los precios (genéricos) sobre los infectados de VIH de Brasil. Parece vergonzoso que la comunidad internacional consienta esta situación en relación a determinados problemas de urgencia globales que curiosamente representan un pequeño porcentaje de la inversión y beneficio de los principales laboratorios. Las políticas deben ir encaminadas a premiar la investigación y fomentar la idea de problema global. El prestigio de un investigador cuyos avances fueran extendidos y contribuyeran claramente a la mejora de nuestro mundo enfermo, podría ser un gran motor, siempre y cuando vayan ligados a beneficio y dinero. Sí, son palabras sucias cuando uno habla de Malaria o de SIDA, pero es necesario. ¿Acaso no se han forrado programadores de software libre o incluso Ramoncín a pesar del Top manta?
Se pueden dar cientos de razones económicas pero seguro que enfermedades que acaban con millones de personas al año merecen encontrar vías de financiación para crear genéricos. Al Gore se ha llevado el premio Nóbel de la paz por tan solo presentar un problema a nivel global. Patarroyo se llevó el príncipe de Asturias pero nadie sabe que pasó con su vacuna. Pero claro, Patarroyo no ha pasado por los filtros y por las formas de hacer del sistema establecido. Por otro lado en el New England Journal Of Medicine se publicaron los resultados positivos de una nueva vacuna desarrollada por el laboratorio belga GlaxoSmithkline Biological. í‰stos seguro que saben hacer las cosas bien, seriamente, como siempre se han hecho en investigación médica, con tranquilidad. Con el duro nombre que ostenta el laboratorio no se pueden hacer las cosas a la ligera. Seguro que son gente de bien. Incluso la fundación Bill y Melinda Gates ha donado más de cien millones de dólares a este laboratorio para la última fase de los ensayos clínicos de su vacuna palúdica experimental, Mosquiri. ¿Pero cuánto recaudarían después con la patente? El laboratorio francés Sanofi Aventis y el Instituto Pesteur también trabajan duro en esta difícil empresa. Los franceses no se van a quedar a la cola para intentar salvar el mundo. Cuánta bondad.