Nuestra llegada a Yakarta, tras la experiencia de Batam, fue un tanto destartalada. Despues de dos dias sin ver ni un solo occidental y tras sumergirnos en un pais subdesarrollado en el que te miran y gritan y se rien alla por donde pasas, la primera impresion de esta gran ciudad fue contradictoria. No nos gusta Yakarta. Eso es un principio por el que hay que empezar para saberle sacar las cosas buenas a la ciudad.
Yakarta no tiene centro y el dictador que goberno el pais hasta el agno 1998 hizo una plaza en la zona comercial para dotarla de algo parcido a un centro. La ciudad paso de unos 2 millones de habitantes de 1960 a mas de 15 en esta fechas. Es un verdadero caos. La contaminacion y los coches impiden los paseos a los que estabamos acostumbrados. Las casas de contrachapado ocupan los espacios que la ciudad deja y cada puente esta lleno de afortunados que consiguieron montar su choza al resguardo de la lluvia. La basura lo inunda todo y al lado de cada grupo de casas la gente quema sus basuras.
Estamos en el hemisferio sur y parece que todo ha cambiado. Esta manana visitamos los dos monumentos de la ciudad. Una estatua de Krishna recordando el pasado induista de Java antes de la llegada de los comerciantes musulmanes y una gran torre que el dictador puso en su plaza. Podeis verla en las fotos. Por la tarde decidimos ir a la zona colonial y al puerto originario de la ciudad. En el tren pudimos ver las barridas que separan los diez kilometros que recorrimos. Al llegar vimos los edificios e intentamos ir a pie hasta el puerto. Fue una experiencia dificil e interesante. Ya no por la basura y los charcos de colores blanquecinos, sino por las miradas de la gente. Estabamos entre gente que lo pasaba muy mal para poder comer cada dia. Finalmente llegamos al puerto y solo vimos basura y barcos. Un hombre de extragna apariencia nos estuvo siguiendo durante todo el camino. Nos pusimos nerviosos. La noche habia caido. Las sombras dieron un cariz siniestro a las pilas de basura y las miradas curiosas de la gente con la extragna presencia siguiendonos. Decidimos volver en taxi a casa. Un mercedes con las lunas tintadas que avanzaba entre el humo en silencio nos devolvio a nuestro mundo. Fue interesante la experiencia pero nos lleno de ideas bizarras la cabeza. Cual es nuestro mundo?
Asi es Yakarta y asi es una pequegna parte de Indonesia: su capital. Todavia nos esperan muchas indonesias diferentes. Una por cada una de sus 16000 islas. Una por cada una de sus diferentes tribus, sonrisas y religiones. Volveremos sin conocer Indonesia.