Un dia cualquiera de viaje en una gran ciudad asiatica.

Me levanto, estos cabrones no se han despertado, decido seguir durmiendo. Esta situacion se repite tres o cuatro veces. Decido levantarme. Les despierto. Me ducho. Salgo de la ducha, vuelvo a estar sudando. Es la humedad y el calor. Me pregunto que nos tocaba visitar hoy. Lo visitamos. Veo a gente muy extragna. Poco a poco me voy acostumbrando. Oigo a un chino con un indio hablando. Me pregunto que lengua utilizaran. Me doy cuenta que nunca lo podre saber. Me da rabia. Sigo andando. Recorremos calles coloreadas con comercios y mas comercios. Llegamos al sitio que queriamos visitar. Hay comercios y algun cartel que indica que hemos llegado. Si se trataba de un edificio o monumento lo contemplo. Suele ser bonito. Distinto. Extrano. Volvemos. Decidimos ir a otro sitio. Por el camino me doy cuenta de que ha sido mas interesante el paseo que el propio monumento (o lugar). Ibrahim o Antonio tienen hambre. Buscamos un sitio para comer que no sea indio. Encontramos muchos. Entramos en uno. La gente come con las manos. Es indio.  Seguimos andando. Vemos otro. No parece indio. Vemos el bigote del dependiente y el color de la comida y seguimos andando. Abraham propone entrar en uno indio. Tiene hambre. Pepe le recuerda la ultima vez que entramos en uno indio. Seguimos andando. Vemos un templo budista con un fuego y una energia especial. Quizas el mas bonito de la ciudad. Tenemos hambre. Seguimos andando. Encontramos un chino. Le pedimos unos noodles. No ve turistas y nos pone un precio abusivo. Me acuerdo de su familia. Antonio nos anima a seguir andando. Encontramos una alle oscura. Nos metemos. Encontramos unos chinos comiendo al lado de otros que cortan culebras y las meten en un cubo. No puede ser caro. Pedimos un plato. Comemos. Los ojos de Antonio y Ibrahim se llenan de energia. Pienso que ellos no tienen reservas. Bebemos te que sabe a agua. Seguimos andando. Intentamos encontrar un barrio o algun lugar recomendado. Creemos haber llegado. Solo hay tiendas. Se me hacen repetitivas. El calor impide la digestion. Sin darnos cuenta nos hemos acercado a casa. Vamos a un ciber. Os escribo. Nos relajamos. Pensamos en el viaje del dia siguiente. Salimos a dar otra vuelta. Damos otra vuelta. Unos quieren jugar al billar. Otro ver una peli. Estamos en casa. Charlamos con los forasteros del lugar. Me pierdo en lugares que todavia no he visto. Nos cuentan historias. Nos acostamos tarde. A ver si nos levantamos. Sueno con manana. Me duermo. Sueno.

Bienvenidos a Kuala Lumpur

Ya estamos aqui, en la capital de Malasia, Kuala Lumpur. El viaje hasta aqui ha sido duro. Un total de 11 horas encerrados en un bus lujoso con el aire acondicionado formando escarcha en nuestros mostachos no afeitados desde tiempo hace. Por las ventanas, a lo largo del trayecto, contemplamos el impresionante paisaje malayo. Entre cabezada y cabezadita, nos despertamos los unos a los otros señalando alguna formación rocosa, algun bosque o cualquier cosa asombrosa. La diferencia con Tailandia se deja ver. Solo el cruce de una frontera puede cambiar muchas cosas. Carreteras y coches, clima y vegetacion. Parecido y muy diferente al mismo tiempo.

Entre las 21 y las 22 de esta pasada noche, comienza a llover. Descendemos largas laderas. Al fondo un enorme y ancho haz de luz se dispersa en las alturas. Llegamos a Kuala. Vemos las Torres Petronas. Parecen estar a punto de despegar.

El autobús comienza su inmersión en la ciudad. La mezcolanza de gentes y estilos ya se hace patente. Fijandonos por la ventana podemos ver edificios con influencias morescas, enormes rascacielos, cientos de letreros escritos en chino… Bajamos ansiosos los tres escalones que no separan del pavimento, y asi, sin mas, parece que hemos ido a dar a tres lugares al mismo tiempo. A un lado hay chinos, en frente un restaurante indio y su picor consiguiente, al otro malayos (que no cayos), y por detras un grupo de chavales de colegueo en un coche tuneado. El copiloto malayo, el conductor indio, y a los de detrás no se les ve porque el cristal esta tintado.

Nos lanzamos a por nuestras mochilas y comenzamos a andar en busca de alojamiento barato. Jesucristo en su versión india nos aborda y nos convence para ir a su hostal. Confortable y cerca de los sitios interesantes; ademas barato…, para que mas? Dejamos los paquetes y nos vamos a ver las torres mas de cerca. Aqui las teneis.

Mu rico, como siempre…